martes, 1 de marzo de 2016

La bicicleta como símbolo de empoderamiento femenino



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Dibujo de Mona Caron

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la bicicleta empezó a comercializarse con gran éxito. Si en un principio fue utilizada por los hombres, se hizo muy popular entre las mujeres, dándoles una sensación de libertad en sus cuerpos, así como independencia para desplazarse fuera de los barrios donde vivían. De esta manera podían recorrer largas distancias, así como experimentar una movilidad sin dependencia de los hombres. 

La bici brindó a las mujeres, la oportunidad de liberarse de una indumentaria incómoda como el corsé, y a ponerse otras como los pantalones bloommers.Ésto, no solo supuso una transformación estética, sino un símbolo de libertad para los movimientos feministas, que buscaban la igualdad entre mujeres y hombres, toda una revolución abriendo un debate social sobre el rol de las mujeres en la sociedad, dando lugar a una “mujer moderna” que dejaba atrás pesados vestidos.

La bicicleta dotó a las mujeres de independencia y libertad y fue utilizada como todo un símbolo de emancipación para las mujeres, desde que se subieron en ella las primeras sufragistas. Se convirtió así en un vehículo liberador y provocador, capaz de empoderar a las mujeres tanto social como políticamente. 

"Dejadme que os diga lo que opino del ciclismo. Creo que ha hecho más por la emancipación de la mujer que ninguna otra cosa en el mundo. La bicicleta le da a la mujer una sensación de libertad y autoconfianza. Me paro y me regocijo cada vez que veo a una mujer sobre ruedas..la femineidad libre y sin ataduras". 1896 Susan B. Anthony, sufragista estadounidense.

Tampoco faltaron las críticas por parte de la sociedad machista aseverando que el cuerpo femenino no estaba hecho para pedalear. Se apoyaron en falsos presupuestos médicos inventándose la enfermedad de “la cara de bicicleta”. Afirmaban que quien la contraía, manifestaban “una expresión facial de constante cansancio y ansiedad”, que muchos médicos alimentaron el bulo afirmando, que en el esfuerzo de mantener la bici en equilibrio distorsionaba para siempre el delicado rostro femenino, además de atribuirle “esterilidad, tuberculosis, y un aumento desmedido del apetito sexual”. 

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Pero afortunadamente, todos estos presupuestos infundados no lograron disuadir a las mujeres de montar en bici, y ha formado parte del estilo de vida de muchas de ellas.
Los beneficios de las mujeres en bicicleta son múltiples, no sólo en el mejoramiento de la ciudad sino también en las mujeres en sí. No sólo buscan calidad de vida, sino también la optimización de los tiempos e incorporar actividad física a la rutina diaria.

Actualmente, la movilidad de las mujeres sigue siendo menor que la de los hombres. Disponen de menos licencias para conducir, utilizan más el transporte público y el porcentaje de mujeres que la utilizan  como transporte, es menor que el de los hombres, aunque crecen las organizaciones civiles y colectivos de mujeres que se reúnen para salir a la calle en bici,  convencidas de que es una excelente manera de producir cambios en el modo de desplazarse y habitar la ciudad.

La bicicleta ha sido y es una poderosa herramienta de transformación social. La autonomía personal se puede trabajar desde aspectos tan simples como montar en bicicleta. Muchos movimientos de mujeres urbanos utilizan las bicis no sólo como sistema de transporte saludable sino como herramienta de empoderamiento y de cambio social.

En estos grupos se generan espacios de libertad, autonomía y asociatividad de las mujeres que practican el ciclismo. En definitiva es una filosofía de vida que crea lazos de sororidad, intentando apropiarse del significado de ser ciudadanas de pleno derecho para vivir los espacios, la ciudad y ser responsables medioambientalmente. Estos grupos enseñan a otras mujeres a montar en bici, les quitan el medio a desplazarse por las urbes, mostrando los beneficios que tiene para la salud física y mental.

También dentro del cicloactivismo, encontramos al Colectivo Cicliátrico de Madrid, en el que la bicicleta se convierte en una herramienta de visibilización de otras sexualidades e identidades.

“Es un espacio de aprendizaje horizontal, libre de paternalismos, actitudes machistas y tránsfobas. Es un taller de bicis donde se crea un ambiente de confianza para que se acerque gente que sigue viendo el mundo ciclista como algo hostil y masculinizado, un taller autogestionado en el que aprender a reparar nuestras bicis, sí, pero sobre todo, en el que construir una cultura ciclista diferente, más a la medida de nuestros cuerpos”


En América Latina, encontramos iniciativas como Macleta (Mujeres arriba de la Cleta) en Santiago de Chile, donde están comprometidas con la difusión del ciclismo femenino desde 2010. Con la misión de construir una sociedad habitable para todos y una fuerte mirada de género, dividen sus tareas entre la organización de salidas en bici, la investigación y la educación.Su emblema camina en torno a la promoción del empoderamiento de las mujeres del espacio público, teniendo la bicicleta como herramienta, no como fin.

 La bicicleta también de esta manera, puede servir como herramienta de cohesión en ambientes marginales como es el caso de Ovarian Psycos Cycles , un colectivo formado por mujeres latinas de los Ángeles (EE.UU) que provienen de hogares desestructurados y de ambientes muy machistas. Este grupo organiza paseos en bici por su barrio y también talleres de autorreparación, además de colaborar con otros colectivos sociales. No andan en bicicleta por placer,sino por una causa específica: consideran la bicicleta como una herramienta para el empoderamiento.

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En definitiva ¿Qué es la bicicleta? Es libertad, es inclusión social, es cambio de vida, es salud, es autonomía, es alegría, es transformación y también es una actitud política.